La expresión nómina baja se refiere a unos ingresos mensuales que resultan insuficientes para cubrir los gastos habituales de una persona o familia.
Aunque cada situación es distinta, una nómina puede ser considerada baja dependiendo de las obligaciones que deban afrontarse cada mes, como una deuda hipotecaria o los pagos de préstamos pendientes.
Contar con una nómina reducida incrementa el riesgo de acumular deudas y terminar en registros de morosidad, lo que limita el acceso a nueva financiación.
Cuando existe una nómina baja, el principal peligro es que se produzca una descompensación con los gastos fijos: alquiler, hipoteca, suministros o alimentación.
Esa brecha puede llevar a no poder pagar las deudas con la Administración, como Hacienda o la Seguridad Social.
En muchos casos, es necesario solicitar un aplazamiento con Hacienda o un aplazamiento con la Seguridad Social para ganar tiempo. Sin embargo, esta no siempre es una solución definitiva.
Tener una nómina baja obliga a establecer un equilibrio entre ingresos y obligaciones. En caso de no hacerlo, puede producirse una situación de endeudamiento crónico que termine en embargos o reclamaciones judiciales.
Es recomendable revisar qué deudas son prioritarias, como una deuda de vehículo si es necesario para trabajar, y cuáles pueden renegociarse a través de un proceso de negociación con acreedores.
Cuando la nómina baja impide cumplir con las obligaciones mensuales, se puede llegar a una situación de insolvencia. En estos casos, la mejor alternativa es valorar la Ley de la Segunda Oportunidad, un mecanismo legal que permite cancelar deudas definitivamente.
Antes de iniciar el procedimiento, conviene analizar los requisitos de la Ley de la Segunda Oportunidad y utilizar un simulador para comprobar si se puede acceder al perdón de deudas.
En situaciones más urgentes, puede optarse por un concurso express para acelerar el proceso y evitar que los acreedores sigan acumulando presión.
El impacto de una nómina baja no solo es económico, también emocional. El estrés por no poder cubrir gastos puede derivar en ansiedad por deudas o incluso en depresión por deudas.
Muchos deudores reconocen sentirse atrapados, lo que genera un deterioro en su salud y sus relaciones personales. Por ello, es clave recordar que existen alternativas legales y apoyos como las ayudas a personas vulnerables.
Llegar a una situación de nómina baja que impida mantener una economía equilibrada no significa que no haya salida. Con la Ley de la Segunda Oportunidad es posible cancelar deudas y comenzar de nuevo.
Se trata de una oportunidad merecida para cualquier persona que, a pesar de haber hecho esfuerzos por pagar, se ve superada por sus circunstancias.
Al acogerse a este procedimiento, se evita que la presión económica derive en problemas de salud como estrés por deudas o angustia por deudas.
Con el apoyo adecuado, es posible recuperar la tranquilidad financiera y vivir sin la carga de obligaciones impagables.