No cobro, no pago. Es el binomio que nunca falla. Si no me pagan lo que me deben, no puedo pagar lo que debo. Muchas de las causas de insolvencia, son no haber cobrado lo que a su vez nos deben a nosotros. El problema es doble, pero la solución también.
No me niego a pagar, pero si no me pagan a mi lo que me deben mis deudores, tampoco puedo pagar yo a mis acreedores. Esta es una de las causas que provoca la rueda de la insolvencia y el estancamiento de la economía.
Cuando se produce una situación de impago o pago a medias, es posible que quien no cobra, termine dejando de pagar a sus acreedores. Este bucle, provoca el deterioro del mercado y de la economía. Así, el problema de insolvencia de uno, se puede convertir en el problema de muchos.
Sin embargo, hay formas de frenar este tipo de situaciones tanto desde el punto de vista del crédito (lo que nos deben) como de la deuda (lo que debemos).
Obviamente, dentro de lo que se puede convertir en un juego de “tonto el último”, el que pega primero, pega dos veces. Por eso, quien juega con ventaja es quien está debidamente asesorado desde un punto de vista legal y toma la delantera en la carrera por cobrar o por no pagar.
Obviamente, la mejor solución es salir lo mejor parado posible en cualquier caso. Tanto si somos acreedores como si somos deudores, existen herramientas legales de las que podemos valernos. Dependiendo del uso o desuso que les demos, serán útiles a nuestros intereses o a los de nuestros “rivales”.
Si somos acreedores, tendremos que valorar la posibilidad de reclamar cuanto antes. Si se ha producido el impago de nuestro crédito, es posible que el deudor también haya dejado de pagar a algún otro acreedor. Cuanto más esperemos para reclamar, menos posibilidades tendremos de recuperar lo que es nuestro. El acreedor más rápido y mejor asesorado, no solamente será el que cobre antes, sino que posiblemente será el único que cobre.
Si somos deudores, la situación se invierte. Deberemos blindarnos frente a los posibles ataques legales de los acreedores. Para ello existen múltiples formas de protección legal. De nuevo, si somos más rápidos y estamos mejor asesorados que nuestro acreedor más eficiente, podremos darle esquinazo antes de que pueda decir “este crédito es mío”.
Sin lugar a dudas, una adecuada y diligente gestión tanto de los créditos como de las deudas, nos va a dar mucha ventaja frente a la mayoría de nuestros adversarios. Hay que tener en cuenta, que por regla general, este tipo de situaciones se dilatan mucho en el tiempo por una falta de asesoramiento adecuado. Eso nos da la oportunidad de sacar la ventaja que hará que la balanza se incline a nuestro favor y nos saque de una situación financiera incómoda.
Hay que dejar claro, que en una situación de igualdad, siempre va a tener las de ganar el deudor insolvente frente al acreedor. Así está hecha la Ley, pero si el deudor desaprovecha esta ventaja, las tornas se pueden cambiar.