Cuando alguien se pregunta cómo dejar de pagar, acostumbra a hacerlo con un miedo a las consecuencias que puede suponer el impago.
Hay que tener claro, que si pagar supone una obligación, dejar de pagar constituye un derecho. Esta aparente contradicción, precisa aclaraciones:
Pagar es una obligación para el deudor que tiene una deuda reconocida y por lo tanto reclamable por el acreedor. Sin embargo, a pesar de ello, el deudor siempre va a tener la última decisión sobre si hacer frente al pago o no en el proceso de negociación. Efectivamente, el deudor puede tener otras prioridades legítimas para decidir dejar de pagar e incurrir en mora. Una de ellas, es su subsistencia o la de su familia o personas dependientes.
Por ello, las dos decisiones a las que se debe enfrentar el deudor son:
Efectivamente, la primera de las decisiones fundamentales de un deudor, es la de analizar su situación económica para poder decidir si pagar o no.
Dentro de los múltiples pagos que constituyen las obligaciones diarias de una persona, los hay que son más imprescindibles que otros. Normalmente, las deudas originadas por gastos propios de lo necesario para poder vivir, son los que tienen mayor prioridad. Por lo tanto, el deudor deberá hacer una lista de prioridades que vayan desde los alimentos necesarios, hasta el ocio prescindible, pasando por los distintos tipos de consumos de productos o servicios más o menos necesarios.
Para garantizar el equilibrio financiero, todas aquellas deudas cuyo impago no suponga un riesgo de supervivencia, serán las que deberán dejarse de pagar. Ese debe ser en su caso el único criterio que nos lleve a la decisión correcta. Ni la insistencia, ni las amenazas, ni las coacciones de los acreedores deben interponerse en nuestra toma de decisión. Simplemente hay que atender a las prioridades vitales y al objetivo de garantizar los recursos necesarios básicos (comida, habitación, suministros básicos, salud, etc.).
Una vez se ha realizado la lista de lo que hay que dejar de pagar para devolver el equilibrio a tu economía, el siguiente paso es pensar cómo hacerlo. Cómo dejar de pagar.
Para ello, es fundamental pensar en las consecuencias que van a tener nuestros actos. Fundamentalmente, hay que evitar que el remedio sea peor que la enfermedad. Afortunadamente, dejar de pagar en una situación de insolvencia, tiene buen pronóstico.
Por regla general, con un buen asesoramiento de abogados especialistas, la única consecuencia que va a sufrir el deudor insolvente, va a ser el perdón parcial o total de sus deudas. Sin embargo si el deudor no está bien informado o asesorado, puede convertir su situación en un calvario que le lleve a arruinarse y a malvivir el resto de su vida.
Por eso, saber cómo dejar de pagar es tan importante. Existen procedimientos que protegen al deudor. Para ello, es fundamental acogerse a ellos a fin de poder disfrutar de sus beneficios.